sábado, 4 de abril de 2009

Caramelitos


– ¿Un caramelito por los cinco…? –me dijo mientras sostenía la canastita de mimbre invitándome a sacar uno.

–…Como no…, –le respondí.

Es increíble. Hasta hace unos días era un almacén. Y a los mercaditos les dejás pasar a veces que no tengan los cinco centavos para darte o que no te facturen por ser un mercadito de barrio…Pero ahora tienen dos cajas; un gran salón con mercadería; panadería; carnicería; verdulería. Es un supermercado.

Sin embargo, mientras pensaba todo esto, saboreaba el caramelito verde que elegí. El cajero que me lo ofreció era un antiguo profesor de la escuela secundaria. Un tipo joven que se casó o está de novio con la dueña del súper. Enseñaba tecnología.

Un año pasó ya. El súper tiene la mejor carnicería del pueblo. Hay una nueva cajera. Al esposo de la dueña ya ni se lo ve. La chica nueva es muy amable pero ni siquiera utiliza la caja para hacer la suma. Todo lo hace mentalmente, mientras te dice gracias padre o gracias madre según el caso. Y tiene una sonrisita la muy turra y te habla y te habla y tenés que estar esperando mientras le cuenta a la señora que estaba delante tuyo en la fila que la otra señora ya tenía problemas de cadera…si, ya tenía problemas de cadera esa señora. Encima te piden que pagues con cambio. Ni caramelos te dan en el súper. Los cinco centavos te los debo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario